lunes, 18 de mayo de 2009

"En el centro del mundo"

Marrakech 2009 © Rogelio Camargo

Marrakech 2009 © Rogelio Camargo

En Marrakech siempre hay tiempo para parar el mundo individual y dejarse transcurrir en el rico ambiente que nos rodea. Tiempo para hacer desaparecer las barreras del propio ego y dejar que penetre y se adueñe del ser la diversidad que nos cobija. Ver pasar a las hermosas mujeres que miran bajo sus pañuelos con unos ojos que traspasan, los burros cargados de alimentos rumbo al zoco, los gringos con cara de asustados buscando el bus, los niños persiguiendo un carrito de turrones, ver al mendigo envuelto en su raída chilaba murmurando letanías ininteligibles... El tiempo que transcurre sin relojes de por medio, se transforma en una experiencia meditativa. El fluir incesante de todas las formas imaginables, crea un espacio en suspensión que nos hace permanecer por horas en el estado del observador, que nos recuerda esa figura budista del hombre en estado de "alerta relajada". Ese particular y fugaz estado de acopio de mundos completos, de suspensión del pensamiento crítico, del dejarse llevar por la experiencia en sí misma, sin poner trabas racionales a lo que sucede. Así, dejamos de ser turistas y entramos en el mundo mágico de los marroquíes. Nos conectamos con la baraka milenaria de los árabes, esa energía de sabiduría que nos hacer ver el mundo tal cual es..., que nos hace ver un mundo complejo, diverso, divergente, en movimiento permanente, lleno de diferencias y coincidencias, de amor y de odio, de llenos y vacíos, de seres felices y otros tristes, de seres creativos y seres destructivos... Colocándonos por momentos en ese privilegiado, pero a veces, desventurado lugar, donde percibes que eres una parte insustituible e irrepetible del mundo y que te das cuenta de tu posición, de tu historia y tu destino, en medio de millones de historias y destinos que nunca conocerás, pero que de alguna manera extraña se conectan ineludiblemente contigo. Todas las riquezas y las desventuras humanas pasan simultaneas delante de nuestra conciencia mostrando porqué llaman a esta plaza el centro del mundo.
Alejandro Abufom

sábado, 16 de mayo de 2009

"Luz en la oscuridad"

Trinidad, Cuba 2007 © Rogelio Camargo

Ya apagué la luz. La historia se iba a repetir de nuevo. El nerviosismo ya empezaba a apoderarse de mí e iba a poder revivir los momentos ya vividos. Las burbujas hacían su baile respondiendo a su sonido. ¡Corred corred segundos! se aproxima el gran momento. Tras un buen baño, allí aparecieron, eran unos cuantos, yo los esperaba, y por fin, pude encontrarme con ellos, todavía húmedos por el agua, me sonreían, y me mostraban un objeto con el que jugaban, y de repente, observé que había algo que me llamó poderosamente la atención, resultándome familiar, y en ese instante caí. Una vez tuve un sueño, y así me vi, mojado, sorprendido y feliz, con un revólver en las manos.
Rogelio Camargo.